Danza del venado: simbolismo y ritual

La danza del Venado es una celebración donde la caza de este místico animal nos recuerda la sabiduría de nuestros ancestros

Los yaquis son un pueblo indígena milenario que se asentó en los territorios de Sonora y Sinaloa. Desde la conquista hubieron varios intentos por conquistarlos espiritualmente, sin embargo el pueblo yorem (en lengua yaqui) acopló la cosmovisión católica a su propia interpretación del mundo.

Porfirio Díaz fue luego el que inició una cruenta persecución de esta etnia que llevaría a miles de yaquis a ser desplazados hacia lugares tan inhóspitos y distantes como valle nacional en Oaxaca y los plantíos henequeneros en Yucatán.

De gran renombre ha sido la herbolaria tradicional del pueblo Yaqui y célebres también han sido varios de sus curanderos. También muy famoso es uno de los más bellos bailes dentro de las tradiciones de México, el Baile del Venado.

Esta ceremonia viene desde el pasado indígena y ha logrado conservarse casi de forma intacta hasta nuestros días gracias al recelo y pulcritud con las que los Yaquis guardan sus usos y costumbres.

El ritual y significación

La danza es realizada por un joven yaqui que desde pequeño es alimentado con comida diferente al del resto de la comunidad con el fin de representar los movimientos que escenifican la caza del venado; es una danza en veneración al Dios venado para que entregue su vida y el yorem pueda vivir de su carne y a través de este sacrificio el espíritu del venado pueda evolucionar.

La danza consiste en la aparición del danzante con una cabeza de venado disecada, ataviada con un pañuelo o papeles de colores, que en el cuello lleva escapularios o collares de chaquira blanca, con el torso desnudo, liado con un reboso azul de donde pende un griijatium (cinturón de uñas de venado) y en las manos lleva dos Senasos (sonajas de bule); rodeado de cazadores (pazkolas) y el Baa-wehai (tambor de agua) que es el encargado de emular los sonidos del corazón acompañado del hiriukam que son frotadores de varas de Brasil con algunas ranuras, que emulan el sonido de la respiración del venado.

La aparición del venado en el escenario recuerda la belleza inocente pero magnifica de este ser místico cuya presencia encara a la realidad desde un estado de pureza en mansedumbre que se mantiene alerta gracias a su curiosidad. Los paskolas rodean a esta aparición y forcejean con sus movimientos los que hace el venado, a veces imitando su trayectoria y sus lances. El venado cae herido y se repone para volver a caer bella y tristemente.

Los yaquis son un pueblo cuya cosmovisión guardada recelosamente y por pertenecer a culturas orales primitivas difieren radicalmente de las concepciones occidentales. Un ejemplo es la manera en la que un danzante puede llegar a interpretar al venado que se da por tres formas. Una, por medio de un discipulado, es decir, ir escuchando las tradiciones de generación en generación; el segundo es por manda, si el futuro danzante solía ser muy enfermizo su alma es encomendada a una de las deidades que los rigen –entre otros el Sol y la Luna– y la tercera es por encanto: el miembro de la tribu se aleja de la comunidad, hacia las montañas o los cerros, hacia el mar o el desierto donde era encantado por el Juya Aniya (Mundo de Arboles/Mundo Selva) y al regresar podía dedicarse a la actividad que prefiriese.

Con información de masdemx e imágenes de Lauro Rosas

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